A nuestro antojo somos creadores de mundos en este planeta,
que colocamos en el último peldaño de ese podio de falsos vencedores.
Una televisión encendida,
el volumen de su sonido callado.
Frente a los ojos de todos nosotros,
las noticias pasan. Las olvidamos.
Sentados alrededor de la mesa,
entre risas, burlas
y conversaciones banales,
las sobras de nuestra gula. Pecado.
El vino derramado. Sangre.
El mantel manchado de la abundancia.
Apagamos la televisión
cuando observamos el hambre al otro lado.
Por eso debemos dar las gracias por la medida de nuestra abundancia y compartirla en la medida de cada uno.
Así es, y que no miremos a otro lado porque eso parece que hacemos, mirar a otro lado como si no existiera.
Gracias por tu comentario